El día no había comenzado bien, pero aún podría empeorar si se encontraba en el rellano con Puri, su vecina de enfrente.
– Niñaaaa, ¡qué mala carilla tienes, hija! -exclamó Puri.
– Hola Puri, ¿te importaría hablar más bajo? -imploró.
Al momento pensó que era absurdo pedirle aquello a una mujer tan expansiva que, además, era madre de cuatrillizos. “Cuando se es madre de cuatro hijos menores de 3 años, en algún momento ya olvidado por la memoria, desaparece la contención y la capacidad de hablar bajo”, concluyó para sí misma.
– ¡Quien pierda la noche, pierde el día! -dijo Puri sin oir lo que ella le había dicho. |